domingo, noviembre 2

Carta a mi familia española sobre Catalunya

CARTA ESCRITA ANTES DEL "CHOQUE DE TRENES"

Algunos dicen que las familias se han roto por culpa del "proceso". En mi caso, la verdad es que ha servido para unirnos más que nunca. Al menos, mi familia "catalana". La "española" es diferente. No es que ahora no podamos hablar del "tema", es que nunca hemos podido. Por eso voy a aprovechar este blog abandonado para escribirles lo que no les puedo contar de palabra.

Y no es para convencerles de que cambien de opinión, ni mucho menos. Simplemente es para que entiendan, que no compartan, la nuestra. Y que eso les haga leer o escuchar las noticias que van a ir apareciendo en los próximos meses con otros ojos. Más incrédulos y por eso más objetivos. Porque va a ser duro, muy duro. Si ahora que todavía no se ha producido el choque de trenes nos han tachado a los catalanes de asquerosos, ladrones, chorizos, insolidarios, gilipollas, subnormales, de gente que se deja engañar como bobos por sus políticos y, por supuesto, el "insulto último", ser unos nazis, ¿cómo será más adelante?


Y que conste que sólo he listado insultos que me han dedicado directamente españoles que son amigos míos. Buena gente, como mi familia. Curiosamente todos los que me han faltado el respeto viven fuera de Catalunya. Con los que piensan diferente pero viven aquí, en realidad nos hacemos unas risas.

Aunque a estas alturas lo que menos me preocupa son los insultos que tengamos que oírnos nosotros. Lo que de veras me dolería es que fuera mi familia española la que se sintiera ofendida porque estos insultos no vendrán solos. Vendrán acompañados de muchas mentiras. Les contarán que odiamos a los españoles, que perseguimos al castellano, que marginamos a los que no son independentistas… Y eso les va a doler. Y sufrirán. Por su hija española y por su nieta catalana. Y es una pena porque se preocuparán por algo que es rotundamente falso. Por eso voy a escribir lo que no les puedo contar.

Con un tema tan complejo lo mejor es abordar las diferentes cuestiones por separado:

1) ¿Catalunya tiene derecho a ser independiente?

2) ¿Son mayoría los catalanes que quieren la independencia?

3) ¿Por qué tantos catalanes apoyan el proceso de independencia?

4) ¿Cómo le iría a una Catalunya independiente?


lunes, noviembre 11

¿Tiene derecho Catalunya a decidir si quiere ser independiente?

El derecho de los pueblos a decidir su futuro es lo que conocemos como Derecho a la Autodeterminación. Si un pueblo es soberano tiene derecho a decidir con quién y en qué grado comparte dicha soberanía. Y una de las opciones obviamente es la independencia. Otra podría ser confederarse o federarse con otras naciones para formar parte de un estado plurinacional.

Básicamente sólo hay dos caminos para llegar a la independencia. Uno, la fuerza, por suerte no hace falta ni mencionarlo. El otro, el democrático, empieza por ejercer ese derecho a la autodeterminación, un derecho que precisamente la ONU formuló para evitar que nadie optara por la primera vía y reducir así el riesgo de conflictos armados en el mundo.

sábado, noviembre 9

¿Por qué según la mayoría de catalanes Catalunya es una nación?

Hemos visto que el punto fundamental para otorgar o no a Catalunya el derecho a su autodeterminación es si la consideramos una nación o no. Pero eso es una contradicción en sí mismo. Por definición la autodeterminación la ejerce el propio pueblo, sin que nadie tenga que reconocerlo antes como tal.

Por eso, en el fondo Catalunya y cualquier otro pueblo será considerado como nación en cuanto ellos mismos se identifiquen como tales. Y así lo ha hecho Catalunya, ahora y antes, a lo largo de toda su historia. Pero justo vimos en el capítulo anterior que esa historia es ampliamente desconocida por la mayoría de los españoles. Por tanto, a continuación hacemos un repaso de los principales momentos de la historia de Catalunya. Hechos que han conformado su actual personalidad y hechos que al menos generen dudas sobre la creencia de que Catalunya nunca ha sido una nación...

Aquí tenéis un breve Resumen de la historia de Catalunya o a continuación podéis profundizar en algunos capítulos más concretos:
  1. Hasta el siglo XI: aparición del catalán como término y como lengua
  2. Siglos XII y XIII: creación de las Corts Catalanes, las Constitucions Catalanes y la Generalitat
  3. Siglos XIV a XVI: Catalunya, un reino-estado confederado
  4. Siglo XVII: República Catalana de Pau Claris
  5. Siglo XVIII: La Guerra de Sucesión
  6. Siglo XIX: Las Guerras Carlistas
  7. Siglo XX: El baile de los Estatuts



jueves, noviembre 7

¿Por qué tantos catalanes están a favor de la independencia?

¿El independentismo ha tenido siempre tanto apoyo?

Como vimos al repasar la historia de Catalunya, los catalanes siempre se han movido entre dos opciones: intentar encajar mejor en España consiguiendo un mayor autogobierno (o lo que es lo mismo, intentar que España fuera un estado realmente plurinacional) o directamente optar por ser independientes. Y los apoyos han ido moviéndose de forma mayoritaria hacia una u otra alternativa según las diferentes dinámicas históricas.

Ahora ha sucedido exactamente lo mismo. Durante años ha sido mayoritaria la opinión de encajar mejor en España, pero en los últimos tiempos han cambiado los pesos y ahora son mayoría los que quieren la independencia.


¿Por qué se ha producido este cambio?

La mayoría de políticos y periodistas españoles afirman que el auge del independentismo se ha debido principalmente a tres causas:

  • La crisis y el malestar social que provocaron los recortes.

  • El cambio de rumbo realizado por Artur Mas y Convergencia para desviar la atención de la opinión pública catalana sobre el punto anterior y, especialmente, de los casos de corrupción que estaban apareciendo.

  • El lavado de cerebro provocado por la escuela catalana, TV3 y otros medios de comunicación públicos o privados subvencionados, todos ellos orquestados por los políticos soberanistas catalanes precisamente debido al punto anterior.

El tiempo ha rebatido los dos primeros sin ninguna duda. Artur Mas ya no está, Pujol está desaparecido y defenestrado y la salida de la crisis debería haber apaciguado el independentismo pero en cambio estamos en cuotas máximas.

Sobre el lavado de cerebro, podríamos escribir un blog entero con argumentos en contra y todavía nos faltaría espacio, pero tres rápidas reflexiones:

  • ¿Cómo puede TV3 convencer al 50% de la población con una audiencia de tan sólo el 14%?

  • Si la escuela catalana fuera una máquina de crear independetistas, ¿cómo puede ser que el grupo de 40 a 55 años es donde el apoyo a la independencia es mayoritario y en cambio son generaciones que se educaron con los planes educativos españoles y no catalanes?


  • Si los medios de comunicación catalanes son voceros del independetismo y los españoles en cambio son objetivos ¿cómo es que Observadores políticos independientes elaboraron un informe que defendía todo lo contrario o cómo es que el propio Sindicato de Periodistas de TVE defiende a TV3 de las acusaciones de imparcialidad mientras reclama la falta de independencia en sus propios medios?




Ya hemos visto como desde hace 300 años y de forma invariable a lo largo de la historia, los catalanes han intentado una y otra vez encontrar un mejor encaje en España. Hasta hace unos pocos años el partido que posiblemente ocupaba este espacio y mejor encarnaba este role era el PSC. El Estatut del 2006 de Maragall fue sin duda el último gran intento en este sentido pero tanto los recortes realizados por el Congreso como la sentencia del TC lo hicieron fracasar.

Desde España se dio por zanjado el asunto, con su habitual miopía política en relación a Catalunya. Pero como es lógico, el niño se despertó y el dragón seguía allí. Esos millones de catalanes no se fueron a casa pensando “bueno, pues muy bien, otra vez será”. Antes al contrario. A partir de ese momento surgieron movimientos cívicos desde la propia sociedad catalana que han sido los grandes propulsores y canalizadores del proceso independentista:




Y ya la existente Omnium Cultural


O visto de otra forma, muchos catalanes que hasta entonces todavía creían en la posibilidad de encontrar un mejor encaje de Catalunya dentro de España, finalmente desistieron de su intento. Como les había pasado a otras generaciones de catalanes anteriormente.

¿Pero cuáles son las razones que empujan a esta mayoría de catalanes a preferir la independencia?

Básicamente son tres las razones: de tipo emocional, de tipo cultural y de tipo económico.

Emocional: algunos catalanes “sólo nos sentimos catalanes” y queremos tener un estado propio para desarrollar nuestra nacionalidad al mismo nivel que pueden hacerlo los propios españoles o los ciudadanos de otros países.

Cultural: algunos catalanes creemos que dentro del estado español la cultura catalana -y la lengua catalana como su máxima expresión- no son respetadas, protegidas o cuidadas como deberían.

Económico: algunos catalanes creemos que las políticas económicas y especialmente de inversión de los diferentes gobiernos centrales perjudican de forma continua e injusta el desarrollo de Catalunya.


¿Todos los catalanes que quieren ser independientes se basan en estas tres razones?

No. Estas razones se entremezclan y seguro que en cada persona tiene mayor peso una que otra y es muy difícil ponderarlas. Sin embargo, podríamos asumir que, según cuál sea el sentimiento de pertenencia a Catalunya y a España de una persona en particular, cada una de estas cuestiones asumen mayor o menor relevancia.

Barómetros CEO de la Generalitat y del CIS del Gobierno Central:

                                                                                               CEO               CIS

Sólo se sienten catalanes                                                     30%                24%
Se sienten más catalanes que españoles                            29%                25%
Se sienten igual de españoles que catalanes                      35%                38%
Se sienten más españoles que catalanes                            2%                  5%
Sólo se sienten españoles                                                    2%                  6%
No sabe / no contesta                                                           2%                  2%


Si relacionamos el sentimieno de pertenencia con esos tres aspectos -lo emocional, lo cultural y lo económico-, parecería lógico asumir que:

  1. En los que sólo se sienten catalanes, las razones emocionales son muy importantes en cuanto aspiran a tener su propia nacionalidad catalana renunciando a la española.

  1. En los que se sienten más catalanes que españoles, la cuestión cultural es muy relevante. Aunque siguen teniendo un vínculo con España, al sentirse más catalanes que españoles es lógico pensar que es gente preocupada por la cultura catalana.

  1. En los que se sienten igual de catalanes que españoles, si alguno de ellos está a favor de la independencia posiblemente sea por una cuestión económica.


Además, parece lógico esperar que cada uno de estos aspectos -emocional, cultural y económico- incluye al siguiente como si fueran círculos concéntricos en ese mismo orden. Por ejemplo, los que “vivimos” Catalunya de una forma emocional, también lo hacemos cultural y económicamente. En el otro extremo, hay personas que residen en Catalunya por motivos profesionales y sus intereses en Catalunya son, por tanto, económicos, pero que cultural y emocionalmente son y se sienten españoles.


¿Quiénes son los catalanes que quieren ser independientes por una cuestión emocional?

Son los catalanes que nos sentimos “sólo” catalanes y nos gustaría expresar nuestra nacionalidad al mismo nivel que los propios españoles o los ciudadanos de otros países. Lo emocional sería todo aquello relacionado con el simbolismo. Tener nuestro pasaporte, nuestras selecciones deportivas y, sobretodo, nuestra propia voz en el mundo y sus organismos. Aunque España nos hubiera tratado de la mejor forma posible, igualmente querríamos ser independientes. Y esto no significa que despreciemos ser españoles, simplemente no nos sentimos como tales

Podría decirse que históricamente somos los catalanes que hemos optado por separarnos de España y ser independientes. Somos los “segadors” junto con Pau Claris. Somos los que resistieron el asedio de Barcelona en 1714. Somos los republicanos de Francesc Maçià y Lluis Companys. Somos posiblemente los que más salimos a la calle el 11 de Septiembre de 2012 en la famosa manifestación.

La mayoría de españoles no entienden estos sentimientos. Para ellos es imposible imaginar que alguien no se sienta español y, por eso, lo atribuyen a un “lavado de cerebro” de los políticos y de las escuelas y medios de comunicación controlados por aquellos. Si eso fuera así, el deseo de independencia o sentimiento de ser solo catalanes debería ser mucho mayor entre los jóvenes que entre los mayores. Veamos si es así:

  • Según la 3ª ola barómetro CEO, el 29.3% de los mayores de 64 años declaran sentirse “sólo catalanes”, mientras que el 52.9% de ellos votaria a favor de la independencia. Es decir, tan sólo un poco menos que el grupo de más jóvenes, algo que posiblemente se explique más por el talante más conservador que puedan tener los primeros frente a los segundos.

Creer que alguien que fue educado durante la dictadura de Franco y que cuando TV3 emitió por primera vez tenía 41 años como mínimo pueda cambiar un sentimiento tan profundo como es el de pertenecer a una nación u otra es algo absurdo.

Los catalanes que vivimos Catalunya como una “emoción”, queremos ser independientes por algo tan simple como que nos “sentimos” catalanes y no españoles. Igual que una persona de Cartagena, a pesar de “legalmente” pertenecer a la Comunidad Autónoma de Murcia, no se siente murciano.


¿Quiénes son los catalanes que quieren ser independientes por una cuestión cultural?

Muchos catalanes quieren ser independientes porque creen que la cultura catalana, y el catalán como máxima expresión de la misma, no sólo no son respetados ni cuidados dentro de España como debería ser, sino que incluso son reprimidos.

Es gente que, aunque a algunos le gustaría tener su propia selección catalana, también se alegran de los éxitos de “la Roja”. Gente que querría seguir siendo española, siempre y cuando España respetara y apoyara la cultura catalana y, especialmente, la lengua catalana. Son aquellos que, sin dejar de sentirse españoles, se sienten más catalanes.

Son los catalanes que históricamente han intentado encontrar un mejor encaje dentro de España. Son los que apoyaron las Guerras Carlistas. Es Valentí Almirall redactando el Memorial de Greuges. Es Prat de la Riba con su Mancomunitat de Catalunya. Son muchos de los votantes de CIU que apoyaron a Jordi Pujol para desarrollar el Estatut d’Autonomia, especialmente los que pertenecen a Unió. Era Pasqual Maragall con su Estatut del 2006. Era el “alma catalanista” del PSC.

Estos catalanes siempre han querido formar parte de una España plurinacional. Una España que respetara sus diferentes culturas y lenguas. Lamentablemente en muchas ocasiones, ahora y en el pasado, no se han sentido queridos y aceptados por el resto de España. La mejor expresión de este sentimiento la plasmó el poeta Joan Maragall en su Oda a Espanya, escrita en 1898. Traducida al castellano dice así en su inicio:

Escucha, España, - la voz de un hijo
que te habla en lengua - no castellana:
hablo en la lengua - que me ha dado
la tierra áspera:
en esta lengua - pocos te han hablado;
en la otra, demasiado.

Y acaba:

¿Dónde estas, España? - no te veo en ningún sitio.
¿No oyes mi voz tronadora?
¿No entiendes esta lengua -  que te habla entre peligros?
¿Has desaprendido a no entender a tus hijos?
¡Adiós, España!


Aunque a los catalanes se les impuso el castellano durante la dictadura, todos lo han aceptado como lengua propia y la quieren casi tanto o igual que el catalán. Lengua, el castellano, en la que muchos hablan a sus propios hijos, algo muy frecuente cuando uno de los dos padres es castellanoparlante. Esta gente confiaba que algún día la represión que el catalán sufrió con Franco, no sólo desaparecería sino que finalmente acabaría siendo una lengua apreciada y estimada por el resto de españoles.

La aceptación por parte de los españoles de la inmersión lingüística a partir del 1983 parecía que había solucionado este dilema. Sin embargo, es evidente que a la mayoría de españoles les cuesta aceptar España como un estado plurilingüe, entre otras cosas porque desconocen cuál es la historia del catalán.

Estos catalanes son los grandes desengañados. Los que se han dado cuenta que no existe una tercera vía. Son los que, después de un nuevo intento de mejorar el encaje de Catalunya en España, han visto que es imposible cambiar la mentalidad centralista y nacionalista de España. Son en realidad los que han promovido el gran cambio haciendo que el independentismo pasara del 20-30% al 45-55%.


¿Quiénes son los catalanes que quieren ser independientes por una cuestión económica?

Sin duda son todos los catalanes que hemos visto hasta ahora pero también algunos de los que se sienten igual de catalanes que españoles. Muchos inmigrantes estarían en este grupo. Son los andaluces que viven en Catalunya y que, cuando vuelven en verano a sus pueblos, se sienten diferentes porque sus parientes les reprochan la insolidaridad de los catalanes, a pesar de que con sus propios ojos ven que el nivel de vida o las políticas sociales que disfrutan allí son mejores que las que ellos tienen en Catalunya (ver post sobre El déficit fiscal)

Este grupo son los grandes indecisos. ¿Cómo votar sí a la independencia de Catalunya si en realidad se sienten españoles? Sin embargo, la alternativa de seguir sintiéndose perjudicados económicamente tampoco les atrae. Son catalanes que posiblemente estaban de acuerdo con el pacto fiscal y que, al no conseguirlo, algunos han empezado a plantearse qué alternativa es mejor. Por un lado, es lógico que el corazón les dicte seguir siendo parte de España. Pero, por otro, la cabeza les puede estar diciendo que la opción de la independecia sería lo mejor para el futuro de sus hijos y el suyo propio, siempre desde un punto de vista económico.

¿Qué perderían con ello? En realidad poca cosa. Seguirían teniendo la nacionalidad española e incluso, si quisieran, podrían optar por tener la doble nacionalidad. Nadie les impediría seguir apoyando a la Roja, ni seguir sintiéndose españoles y saben que la lengua castellana seguirá siendo co-oficial en Catalunya, como han declarado todos los partidos independentistas.

En realidad, no estarían en una posición muy diferente de la de cientos de miles de españoles que viven por todo el mundo y que no por ello han perdido ni un ápice de su españolidad.

A pesar de todo esto, no podemos asumir que todos los que se sienten igual de españoles que catalanes votarían sí a la independencia. En realidad, serán una minoría porque es difícil que por el bolsillo renuncien a algo tan emocional como contribuir a que la tierra donde viven deje de ser española.

Finalmente, tampoco debemos olvidar los cientos de miles de inmigrantes de otros países. Aunque normalmente no aparecen reflejados en las encuestas, muchos de ellos también tienen voz y voto. En este caso, es lógico esperar que su vínculo con España sea menor desde un punto de vista emocional y que, por tanto, su preocupación por tener un mejor futuro económico en algún caso también les lleve a optar por la independencia. Pero después de lo que les puede haber costado llegar hasta Europa y conseguir un pasaporte español, posiblemente muchos opten ahora por ser lo más conservadores posibles. Además, son muchos los que les han metido la idea en la cabeza de que, en una Catalunya independiente, se les obligaría a hablar en catalán, algo absurdo pero que en mi propio personal lo he visto.


¿Cuántos catalanes quieren ser independientes por cada una de estas razones: emocionales, culturales y económicas?

No existe ningún estudio ni encuesta en profundidad que nos permita responder a esta pregunta, pero sí que podríamos hacer algunas suposiciones que nos pueden ayudar a hacer estimaciones.

Es lógico pensar que los que “sólo se sienten catalanes” mayoritariamente forman parte de los que votarían SÍ en un referèndum. Y también tiene sentido asumir que los que “se sienten tan catalanes como españoles” difícilmente votarían que SÍ por la independencia como decíamos anteriormente. La gran duda estaría en el grupo intermedio: los que se sienten más catalanes que españoles.

Si analizamos las diferentes encuestas que se han realizado a lo largo de los años sobre el apoyo a la independencia, vemos que desde hace dos décadas la cifra estaba fija en torno al 30-35% (ver datos del ICPS, precursor del actual CEO). Es decir, prácticamente el mismo número de personas que declaran sentirse sólo catalanes (24-30%).

Sin embargo, durante los últimos años, el fracaso del nuevo Estatut y del pacto fiscal han provocado que este % fuera aumentando hasta llegar la franja que se mueve entre el 45% y el 55%, tal y como muestran las diversas encuestas o elecciones realizadas. Si sumamos los catalanes que declaran sentirse sólo catalanes (24%-30%) más los que declaran sentirse más catalanes que españoles (25%-29%), esto nos daría una franja de 49%-59%, porcentajes muy similares a los que se declaran a favor de la independencia.

Curiosamente, si a estos dos grupos sumamos los que “se sienten igual de catalanes que españoles” (38%-35%) tenemos un total de 87%-94%, cifras también cercanas al 79.3% que declararon en la 3º ola del CEO estar a favor del pacto fiscal. Parece lógico suponer que este grupo de catalanes que se sienten igual de españoles que catalanes, difícilmente votarían a favor de la independencia, pero en cambio sí que es muy posible que estén a favor de un mejor trato fiscal por su lógico beneficio.

Por tanto y aunque no tenemos ningún cruce de datos que nos permita afirmarlo con rotundidad, tiene sentido pensar que el grueso de los que votarían a favor de la independencia son aquellos que:

  • Sólo se sienten catalanes
  • Se sienten más catalanes que españoles

Mientras que el apoyo a un pacto fiscal lo forman todos los anteriores más buena parte de los que se sienten tan españoles como catalanes.


Es decir, el gran cambio en el apoyo al independentismo, mayoritariamente ha venido por ese grupo que se sienten más catalanes que españoles y ha sido, por tanto, más por motivos culturales que no económicos.



miércoles, noviembre 6

El mito... o no del Expolio Fiscal

¿Por qué la mayoría de catalanes se sienten agraviados económicamente?

Por lo que se conoce como el “expolio fiscal”.


¿Qué es el “expolio fiscal”?

Son todos aquellos impuestos que cada año se recaudan en Catalunya y que nunca retornan.


¿Qué significa “retornar”?

El estado, directamente o a través de otras administraciones, recauda los impuestos que pagamos los ciudadanos. De lo que recauda, un parte se entrega a cada una de las CC.AA. para que desarrollen las competencias que tienen transferidas. Este reparto se realiza en base a un sistema de financiación de las CC.AA que fue propuesto y aprobado en su momento por el PSOE.

La administración central utiliza el resto de ese dinero para sufragar sus propios gastos (p.e. embajadas, ejército, Casa Real, pagos a pensionistas etc), así como sus inversiones (AVE, aeropuertos, carreteras, etc).

Lo que “retorna” a una C.A. es la suma de lo que el estado entrega al gobierno autónomo para sus propios gastos e inversiones, más la parte que se le debería imputar por la actividad que realiza la administración central y que, lógicamente, también es en beneficio de esa C.A.

Según los estudios de la Generalitat, el % de impuestos recaudados por el Gobierno central que no vuelven a Catalunya se sitúan siempre en torno al 40% (periodo 1986-2014), siendo el mejor año tan “sólo” un 29% y el peor un 50%. Estas cifras pueden sorprender porque el ratio que suele utilizarse para hablar del déficit fiscal es calculándolo sobre el PIB, que es el total de renta del país y no la parte de esa renta que pagamos en impuestos. P.e. en el 2014, una vez ajustadas las balanzas para neutralizar el déficit y calculadas según el método del flujo monetario, Catalunya dejó de recibir 16.570 millones de €, cuando aportó un total de 55.949 millones de los ingresos del estado central (cuadro 9, página 14 de "Els resultats de la balança fiscal de Catalunya amb el sector públic central els anys 2013 i 2014"). Es decir, en el 2014 uno de cada tres euros recaudados en Catalunya no volvieron. O dicho de otra forma, para que Catalunya no tuviera un déficit fiscal en el 2014, los gastos e inversiones del estado central en Catalunya deberían haber sido un 42% superiores.

Por eso, cuando hablamos del déficit fiscal como un % sobre el PIB puede confundir porque hay gente que cree que ese 10-15% es sobre los impuestos pagados y puede parecerles que no es excesivo... pero viéndolo como % sobre lo recaudado es cuando más patente queda el expolio fiscal que ya de forma estructural sufre Catalunya. Imaginarnos qué infraestructuras podríamos tener si cada año las inversiones fueran un 50% superiores....

Por si pudierais pensar que en la elaboración de estos datos la Generalitat no ha sido objetiva, el Gobierno central sólo ha hecho estudios similares para el 2005. Con sus datos el cálculo anterior daría un resultado muy similar.


¿Por qué lo que “retorna” no es exactamente igual a los impuestos recaudados en un territorio?

Por la función redistributiva que tiene el estado. Veamos un ejemplo:

Imaginemos un país compuesto sólo por dos personas donde cada año, Jordi gana 110 y Pepe 90. Si ese país fuera una economía capitalista pura y dura, cada uno de ellos se quedaría con lo ganado fruto de su esfuerzo. En cambio, si ese país fuera comunista, todas las ganancias se pondrían en un bote y se las repartirían a partes iguales: 110 + 90 = 200. Cada uno al final tendría 100.

Este sistema, que es la solidaridad absoluta, tiene un gran problema: desincentiva el esfuerzo personal. “Si acabaré teniendo lo mismo que Pepe, ¿para qué trabajar más que él?” pensaría Jordi. Sin embargo, el capitalismo salvaje tampoco sería correcto. Quizás Pepe se esfuerce lo mismo que Jordi pero no gana tanto como él porque sus padres no pudieron pagarle una mejor educación, o el terreno donde vive no es tan productivo como el de Jordi, o simplemente por mala suerte.

Para compensar estas injusticias (y también en parte porque a Jordi le interesa que Pepe se desarrolle y sea más rico porque así podrá venderle sus productos), es cuando aparecen las políticas redistributivas. Por ejemplo, Jordi le cede 5 a Pepe, quédandose al final con 105 y Pepe con 95. La diferencia de renta entre ambos se ha acortado, pero los dos siguen teniendo incentivos para trabajar más y mejor.

El gran problema, sin embargo, es cuando a Jordi le obligan a dar 15 a Pepe. En ese caso, Jordi se quedaría con 95 y Pepe con 105. Aquí es cuando Jordi, y cualquier de nosotros en su situación, diría: “Pepe me estás robando!”.

Y esto es exactamente lo que le sucede a Catalunya cuando después de ese “reparto” pierde posiciones frente a otras CC.AA. en el ranking de renta per cápita. Y eso sin tener en cuenta el coste de la vida en cada región, superior en Catalunya que en la media de España, lo cual supondría en la práctica bajar más en dicho ranking.


¿Cuáles son los argumentos de los que niegan la existencia del expolio fiscal?

1.    La solidaridad, es decir el reparto justo de las rentas, se realiza entre personas y no entre territorios. Si Catalunya paga más impuestos y recibe menos, es porque es más rica.

2.    En todo caso, aunque fuera entre territorios, no existen datos reales y fiables por lo que no puede afirmarse si existe o no el expolio fiscal.

3.    Como no existen datos reales o fiables, la Generalitat hace una estimación con unas fórmulas que no son correctas. Si se aplicara el mecanismo de cálculo correcto, la balanza fiscal no sería tan negativa y, por tanto, no puede decirse que sea un “expolio”.

4.    Si existiera esa balanza negativa, hay que tener en cuenta que la riqueza de Catalunya es gracias a que durante años, gracias al proteccionismo, ha dispuesto de todo el mercado español para ella. Y, por tanto, es justo que parte de esa riqueza vuelva a España.

5.    Igual sí que Catalunya tiene un déficit fiscal pero como lo puede tener Madrid, y ellos no se quejan cada día.

6.    Si la Generalitat no malgastara el dinero con sus "embajadas", TV3 y todo aquello que hace para apoyar la independencia, no tendría problemas de presupuesto.

Vamos a analizar cada uno de estos puntos.


1.   "La solidaridad es entre las personas, no los territorios"

O en otras palabras, los impuestos los pagan las personas, no los territorios. Y eso es cierto. Sin embargo, muchos de los gastos o inversiones no se realizan en las personas sino en los territorios. Por eso, es correcto analizar las balanzas fiscales entre territorios. Tanto como que la mayoría de países del mundo lo hacen.

Un ejemplo muy gráfico: si en el territorio pobre ponemos autopistas gratuitas y en el territorio rico las ponemos de pago, estaremos haciendo una gran injusticia. ¿Por qué? Porque los ricos que viven en esos territorios pobres se estarán aprovechando al no pagar peajes, a costa de los pobres que viven en los territorios ricos y pagan peajes.

Además, la propia Constitución española, no en uno ni en dos sino hasta en tres artículos habla de la “distribución de la renta regional”, “solidaridad territorial” y de “corregir desequilibrios económicos interterritoriales”:

Artículo 40 Redistribución de la renta. Pleno empleo

  1. Los poderes públicos promoverán las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa…

Artículo 138 Solidaridad e igualdad territorial

1. El Estado garantiza la realización efectiva del principio de solidaridad, consagrado en el artículo 2 de la Constitución, velando por el establecimiento de un equilibrio económico, adecuado y justo, entre las diversas partes del territorio español, y atendiendo en particular a las circunstancias del hecho insular.

Artículo 158.2

Con el fin de corregir desequilibrios económicos interterritoriales y hacer efectivo el principio de solidaridad, se constituirá un Fondo de Compensación con destino a gastos de inversión, cuyos recursos serán distribuidos por las Cortes Generales entre las Comunidades Autónomas y provincias, en su caso.



2.    "Como no existen datos reales y fiables, no podemos saber si existe el expolio fiscal"

Sí que existen datos reales y 100% fiables, pero sólo los tiene el Gobierno central. Por tanto, el Estado sí que podría calcular las balanzas fiscales como hacen la mayoría de gobiernos avanzados del mundo. El problema es que no quieren hacerlo. De hecho, el 29 de marzo del 2011 se aprobó una moción en el Congreso que instaba al gobierno a publicar las balanzas fiscales. Un año y medio después todavía no se han publicado, ni está previsto hacerlo.

En realidad, en más de 30 años de democracia sólo se han publicado las balanzas una vez: cuando ERC obligó al PSOE a hacerlo a cambio de su voto para gobernar en la Generalitat. Reflexionemos un momento sobre la situación:

·         Una de las partes denuncia la existencia de un déficit fiscal
·         La otra lo niega pero es la única que dispone de los números y no quiere mostrarlos

¿Si fuera verdad que este déficit fiscal no existe o que es muy pequeño, no sería más fácil publicarlos y así acabar de una vez por todas con esta polémica?

El único argumento del gobierno para no hacerlo era la cuestion que comentábamos en el punto anterior: como los impuestos los pagan las personas y no los territorios, no tiene sentido calcular las balanzas fiscales entre CC.AA.. Pero si fuera así, ¿por qué Alemania, Inglaterra o Estados Unidos sí lo hacen? ¿O por qué la Constitución habla de la necesidad de la solidaridad interterritorial y no se calcula si se cumple o no?




3.    "Si se aplica la fórmula correcta, el déficit fiscal catalán en realidad no es tan elevado"

Aunque el Gobierno no quiera calcular las balanzas fiscales, como buena parte de los datos están disponibles, la Generalitat sí que ha realizado un análisis en profundidad.

Para hacer este cálculo existen dos métodos: Flujo Monetario y Enfoque de Carga-Beneficio.

Flujo monetario:

·         Se basa en dónde se recaudan realmente los ingresos y en qué territorio se producen los gastos.
·         Más simple de calcular y, por tanto, más fiable.
·         Sirve para medir el impacto económico generado por la actividad pública en un territorio.

Enfoque beneficio:

·         Los ingresos se imputan en el territorio donde residen las personas que soportan los impuestos. Y los gastos en el territorio que realmente se beneficiará de dicho gasto.
·         Mucho más difícil de calcular y, por tanto, ofrece altas desviaciones según los criterios que se utilicen en cada partida para imputar el ingreso o gasto a un territorio u otro.
·         Sirve para medir el impacto redistributivo de la actividad pública


Como se apuntaba anteriormente, sólo existen dos análisis sobre las balanzas fiscales, el estudio del Gobierno en referencia al 2005 y el de la Generalitat focalizado en el periodo 2006-2009:


Déficit fiscal Catalunya % sobre PIB                    2005                media 2006-2009

Flujo monetario                                                         -8.7%                          -8.2%

Enfoque Beneficio                                                     -6.5%                          -5.7%


En el caso del Flujo Monetario existen series históricas desde 1986 en las que podemos ver que el déficit fiscal ha sido constante a lo largo de los años. Ni siquiera en la época previa a los Juegos Olímpicos, el déficit disminuyó (otro mito que circulaba hace años).


¿Cuál de los dos métodos es el correcto?

La principal diferencia entre ambos enfoques proviene del grueso de la administración central que reside en la capital, pero que en realidad trabajan para todo el estado (por ejemplo, el coste de los más de 400.000 funcionarios que trabajan en Madrid). Con el método de Flujo Monetario este gasto se imputaría sólo en Madrid. Con el enfoque Beneficio se reparte entre todas las CC.AA. Es verdad que, a priori, podría parecer más justo el segundo método, pero en ese caso no se tendría en cuenta el efecto capitalidad.

Es decir, a pesar de que los 400.000 funcionarios residentes en Madrid trabajan para todo el estado, no dejar de ser verdad que todos sus salarios acaban “quedándose” también allí (compras o alquileres de pisos, gastos corrientes en comida, ocio, etc…). La decisión de que estos funcionarios estén en Madrid es arbitraria. Si España fuera un auténtico estado federal podría tener, como es el caso de Alemania, sus ministerios, empresas públicas, entidades, etc… repartidos por todo el territorio en vez de concentrarlos en Madrid.

De esta forma, para valorar el impacto macro-económico sobre los diferentes territorios, el enfoque aceptado de forma mayoritaria por los economistas es el de Flujo Monetario. Buena prueba de ello es que en otros países sólo se considera este método (lo cual nos permite, además, poder realizar comparativos).

Además, en caso de que Catalunya se independizase el dinero que realmente obtendría de más la Generalitat respecto lo que realmente ya recibe es exactamente el déficit calculado según el enfoque monetario. Y eso sí que nadie lo discute.

Es por ello que desde la Generalitat se fija el déficit fiscal en una media del -8.2%, que es equivalente a 16.000 mios de € que cada año no vuelven a Catalunya. Visto en % puede parecer que no es mucho, pero recordemos que este % es sobre el PIB. En realidad y sobre los impuestos que pagan los catalanes, implica que de cada 100 € que pagan, 43 € no vuelven.

Los economistas españoles defienden, sin embargo, que el método de cálculo correcto es el de Beneficio y que, por tanto, el déficit “sólo” sería de alrededor del 6%, cifra tampoco nada desdeñable. En todo caso, esos mismos economistas indican que con este método peor es la situación de Madrid al tener un déficit del 9%. Dos hechos deben tenerse en cuenta, sin embargo:

  1. Efecto territorialidad: la CC.AA. de Catalunya incluye a Barcelona y también a toda la región. En cambio, la CC.AA. de Madrid sólo incluye su área metropolitana, mientras que el resto de la antigua Castilla se reparte en otras dos CC.AA. Si Barcelona fuera por sí sola una CC.AA. su déficit fiscal sería posiblemente todavía mucho más elevado que el actual de Catalunya. Para hacer un comparativo justo, deberíamos sumarle a Madrid las dos Castillas. En ese caso, su déficit fiscal según el enfoque beneficio bajaría del 9% al 4.5%, y entonces veríamos que es un 26% menor que el de Catalunya.

  1. Efecto capitalidad “administrativa”: Madrid se aprovecha de disponer de la renta que le proporcionan todos los funcionarios de la administración central, renta que en realidad no ha hecho nada para “merecer”, pues están allí como en el siglo XV estaban en Toledo. En un estado federal, los ministerios, instituciones u órganos podrían estar repartidos entre diferentes ciudades (Alemania) o centralizados en una “nueva” capital (EE.UU. o Brasil). Precisamente es la existencia de este efecto “capitalidad” una de las razones por las que la mayoría de países utilizan el método de cálculo de Flujo Monetario y no de Enfoque Beneficio.

O dicho de otra forma, si mañana Catalunya fuera independiente los nuevos funcionarios que necesitaría para realizar las tareas que hoy realiza Madrid, serían personas que vivirían en Catalunya, cobrarían su salario allí, pagarían sus impuestos allí y realizarían sus gastos allí. Por eso el método correcto es el enfoque monetario, que indica claramente dónde va a parar el dinero.



4.    "Es lógico que Catalunya tenga un déficit fiscal porque es más rica gracias al mercado cautivo que durante siglos ha tenido en España"

Primero de todo, ese mercado cautivo también lo era para el resto de España por lo que podrían haberlo aprovechado (y muchos lo han hecho). Además, Catalunya no tenía ninguna ventaja inicial frente al resto de zonas, antes al contrario. Desde el siglo XVIII hasta ahora, primero con las postas de correos y los caminos reales primero, después con el mapa de carreteras y ferrocarriles, y finalmente con las autopistas, autovías y AVEs, el diseño de España siempre ha sido radial, lo que ha perjudicado las exportaciones de Catalunya hacia Europa o la cuenca mediterránea hacia el sur, y en cambio ha favorecido el comercio de toda la península con Madrid.

En segundo lugar, no se puede hacer esta afirmación y ya está, sino que sería necesario calcular qué transferencia de renta sería “justa” pagar a cambio de tener acceso a este mercado cautivo. Si lo miramos en estos términos de “transacción económica”, antes de nada debemos aceptar que el precio justo sería el que unos están dispuestos a pagar y los otros a cobrar. Y, en ese sentido, está claro que los catalanes consideran que el 8% sobre el PIB es un precio exagerado.

Para ver si efectivamente es exagerado o no, hoy en día tenemos un buen ejemplo con la UE y su mercado único, donde podemos ver cuánto los estados más ricos o con mayor potencial económico están dispuestos a transferir o pagar a los estados más pobres a cambio de tener acceso a sus mercados. Y, a su vez, podemos ver por cuánto dinero estos estados más pobres, entre ellos España, están dispuestos a abrir sus mercados a los más ricos.

Hace muy poco se han negociado los presupuestos para la Unión Europea 2013. En esta negociación, Alemania y otros estados han defendido que nunca debería pasar del 1% del PIB. Es decir, aunque el total de este dinero fuera dedicado a la redistribución (p.e. en el 2012 los fondos de cohesión europeos apenas fueron un 10% del presupuesto total) estos Estados sólo están dispuestos a pagar el 1% del PIB (o el 0.1% si nos atenemos a lo que efectivamente se redistribuye entre los diferentes países) para mantener una estructura que les permite tener un mercado cautivo. Para lo que piensen que esto es consecuencia de crisis, antes de la misma nunca los presupuestos llegaron a superar el 1.3% o 1.4% del PIB.

Es decir, se mire como se mire es una cifra que no sostiene ninguna comparación con el 8% de déficit fiscal de Catalunya. Además, este déficit catalán ha sido continuo y estable durante los últimos 30 años (periodo en el que se disponen de cifras para medirlo), mientras que en la UE los estados tienen totalmente asumido que la filosofía de los fondos redistributivos o de cohesión es que con el tiempo vayan reduciéndose hasta desaparecer.


¿Cuál debería ser entonces el déficit fiscal correcto?

Hay varias formas de aproximarse. Por un lado tenemos la utilizada en Alemania donde por ley se ha regulado exactamente cuál debe ser el nivel de solidaridad interterritorial. En 1999, los landers más ricos que se sentían igual de perjudicados que Catalunya denunciaron la situación al Tribunal Constitucional que efectivamente dictaminó que la situación sobrepasaba lo “justo” y que el legislador debía redactar una nueva ley con unos principios claros, suficientemente desarrollados
y acordes con las direcciones constitucionales.

Estos principios se discutieron y acordaron de tal forma que:

·         Un Land pobre cuya capacidad financiera por número de habitantes esté entre el 70 o 90 por ciento de la media debe nivelarse, mediante la transferencia de los Länder ricos, hasta el 91 o 96 por ciento, respectivamente. Correlativamente, un Land rico cuya capacidad financiera por habitante supera entre el 110 o 130 por ciento de la media, tras la nivelación interregional, su capacidad financiera quedaría en el 104 o 109 respectivamente.

Capacidad financiera es igual al presupuesto disponible dividido por el nº de habitantes. En la práctica y viendo estos números en % sobre el PIB, implica que en el peor de los casos el déficit fiscal nunca puede sobrepasar el 4%, es decir como mucho la mitad del déficit fiscal de Catalunya.

Independientemente de los métodos de cálculo utilizados y de la valoración de si el 8% es mucho o poco, Catalunya lleva años reclamando que es necesario realizar un debate sobre este tema pero España de forma sistemática se ha negado. Esto, por si sólo, ya supone una buena prueba de quién defiende una postura justa o no.

Esta discusión sobre cuál es el nivel de solidaridad idóneo debería realizarse en un doble sentido: que fuera justo pero óptimo a la vez. Justo para que los que disponen de menor riqueza. Y óptimo para que, por un lado, no se convierta en un elemento desincentivador para ambos lados y, por otro, que no merme el potencial de desarrollo de los que disponen de mayor riqueza (incluso por el propio interés de las regiones más pobres porque así se aseguran que en el futuro podrán seguir recibiendo ayuda).

En general, hay un principio que la mayoría de economistas aceptan como criterio para fijar, si no el nivel de solidaridad óptimo, al menos el límite máximo para no ser injustos, y es el principio de la ordinalidad. Es decir, que después de hacer el “reparto” ningún territorio, lander, región o comunidad autónoma, pierda posiciones en el ranking de renta per cápita.

Este es el criterio que introdujo el nuevo Estatut del 2006 pero que la sentencia del Tribunal Constitucional declaró inconstitucional (ver Fundamento Jurídico118.C) básicamente con dos argumentos:

  1. Porque sería violar el principio de solidaridad de la Constitución
  1. Porque con este principio algunas CC.AA. no podrían asegurar el cumplimiento de sus servicios mínimos

En relación al primero, el TC obvió hacer ninguna reflexión sobre si el principio de solidaridad debe tener algún límite como veíamos al inicio de este apartado o como, por ejemplo, analizó el TC alemán.

En relación al segundo, el TC no encargó ningún estudio económico para realizar un análisis en ese sentido por lo que, en todo caso, su afirmación es totalmente libre e infundada, aunque pudiera ser cierta en sí misma! En ese sentido, lo que hubiera sido estimable es que, al igual que hizo el TC alemán, dictaminara que sería necesario realizar un estudio en profundidad para determinar los principios de solidaridad y los criterios correctos necesarios y que, como consecuencia de dicho estudio, se legislara para dejarlo lo más cerrado posible. Precisamente, lo que Catalunya lleva años demandando.

El otro gran criterio que fijaba el nuevo Estatut de Catalunya era que, para compensar el déficit de inversiones sufrido durante los últimos 30 años, durante 7 años al menos se asegurara que las inversiones del estado en Catalunya representaran el % de PIB de esta C.A. sobre el total PIB español. En el mismo FJ 118.C el TC también declaró inconstitucional este precepto por incumplir el principio de solidaridad y también el de coordinación de las políticas de infraestructuras que son responsabilida de la administración central.

No puede negarse que efectivamente este artículo del Estatut implica una bilateralidad con el estado que difícilmente será aceptada nunca por el Gobierno y demás CC.AA., pero no deja de ser una muestra clara de que la gran discusión pendiente en relación a las balanzas y déficit fiscal es cómo el Estado determina sus inversiones en cada una de las regiones.

En relación a este punto, son múltiples los estudios realizados desde Catalunya demostrando que la inversión del estado en esta C.A. de forma continua siempre está a niveles muy inferiores no sólo a la absorción del PIB sino a la de la población. Además, en esos estudios se constata que el dato real viendo finalmente la inversión ejecutada es todavía peor. Es decir, se presupuesta poco y se ejecuta menos.


¿Entonces es un “mito” inventado por los catalanes su supuesto expolio fiscal?

Desde el otro lado, en cambio, los estudios adolecen de datos y profundidad. Sólo para que sirva de ejemplo, el “gran” análisis encargado por la FAES para desmitificar la existencia del expolio fiscal en Catalunya, en su primer capítulo de los cuatro que dispone, en 24 páginas enteras sólo aparece un solo número y que en realidad hace referencia al 15% del traspaso del IRPF. ¿Es serio que en un análisis que pretende demostrar la inexistencia de un déficit fiscal, cuestión absolutamente económica, empiece y dedique una cuarta parte de su estudio a una reflexión en la que no se aporta ni un solo dato?

El resto de capítulos tampoco desmerecen a cuanto a su aportación, pues en dos de ellos se acaba reconociendo que efectivamente existe un déficit fiscal pero que “apenas es un poco mayor” del peor estado de EE.UU. Si tuviéramos tiempo, también explicaríamos que incluso esta reflexión no es correcta porque realiza asunciones falsas para llegar a esas conclusiones…

Quizás a destacar el realizado por Angel de la Fuente que posteriormente recibió el encargo del Gobierno para realizar un análisis sobre las balanzas fiscales entre CC.AA.


  • El primero de sus principales argumentos para negar el expolio fiscal es que “La tesis del expolio sin parangón resulta en principio poco plausible porque ni el sistema impositivo y de protección social español ni nuestro modelo de financiación territorial difieren de los existentes en los países de nuestro entorno de una forma que haga presagiar un especial maltrato fiscal a Cataluña”, olvidándose totalmente de que buena parte de las política sociales (educación y sanidad entre otras) son responsabilidad de las CC.AA. y que, por tanto, según la disponibilidad de sus presupuestos se pueden ejercer a un nivel de calidad u otro. Sin olvidar también que las “actuaciones de carácter económico” (es decir, las políticas de inversiones, infraestructuras, industria, comercio, etc…, una de las principales reclamaciones de Catalunya), pueden ser totalmente discrimantes, representando p.e. en el 2011 más del 10% del presupuesto (32.680 mios de € sobre presupuesto de 315.991 €).

  • Su segundo argumento es que al comparar el déficit fiscal catalán con el de los estados norteamericanos “Una vez se corrige por la diferencia de tamaño entre las Administraciones Centrales española y norteamericana, la situación catalana no tiene nada de extraordinario”. Esta corrección de tamaño viene dada porque al no tener EE.UU. sanidad pública, el presupuesto del estado es menor y, por tanto, es lógico que los déficits interterritoriales sean menores. De esta forma, aunque el peor de los estados Connecticut con -6% “se mantiene siempre por debajo de su homólogo catalán” no le merece ninguna pena.

  • El propio autor concluye que “También es cierto que la inversión pública de la Administración Central española ha sido más redistributiva de lo que hubiera sido razonable durante las últimas décadas”. Es decir, él mismo admite que hay un déficit fiscal más allá de lo razonable…


  • Por si fuera poco también indica que “Todo apunta a que en el caso de las regiones relativamente ricas de los países avanzados, Cataluña seguramente está más cerca de la regla que de la excepción”. En otras palabras, aún comparando a Catalunya con los más perjudicados, sigue teniendo déficits superiores a las regiones más ricas. Déficit que De la Fuente valora como poco excepcional sin que en ningún caso explique en base a qué criterio lo hace.
Como se ve, sus apreciaciones tienen siempre cierta ligereza en las conclusiones, destilando más opiniones ideológicas que no económicas. Este mismo "estilo", por decirlo de alguna forma, se observa en el estudio de las "Cuentas Públicas Territorializadas" que realizó por encargo del Ministerio de Hacienda. Simplemente como ejemplo, mencionar criterios que literalmente utiliza para realizar diversas asunciones para asignar un gasto a una Comunidad Autónoma u otra: "más o  menos" o algunos fantásticos "a ojo"...

En los últimos tiempos, otro paladín del mito del expolio fiscal, el ex ministro socialista Borrell, publicó el libro, o más bien panfleto, "Las cuentas y cuentos de la independencia". Y digo panfleto porque en lo relativo al cálculo del déficit fiscal, directamente no neutraliza las cuentas, un error de bulto que obviamente alguien de tan alta capacidad intelectual no puede realizar a no ser que sea con mala fe:
  • Si el estado recauda 100 y se endeuda en 20, puede gastar 120. Si en Catalunya ha recaudado 25 e invierte 25, según Borrell no hay déficit fiscal. Se olvida el economista que en resto de España se habrá recaudado 75 y se habrá invertido 95. La pregunta es: ¿quién pagará por esos 20 extras? Y la respuesta es: entre todos, también Catalunya. Si tuviéramos en cuenta la parte que, antes o después, Catalunya acabará pagando es obvio que tendría un déficit fiscal, justo por esa cantidad).


5.    "Y en todo caso, Madrid siempre tiene mayor déficit fiscal que Catalunya y no están todo el día quejándose"

Efectivamente Madrid tiene un déficit fiscal similar a Catalunya pero:


  • No ha sido siempre así. La serie histórica demuestra que Catalunya siempre siempre siempre ha tenido déficit fiscal.
  • Madrid tiene el efecto capitalidad económica en relación al pago del Impuesto de Sociedades de todas las empresas radicadas allí (la inmensa mayoría del IBEX 35 p.e.) aunque su actividad esté repartida por todo el territorio
  • Madrid tiene el efecto capitalidad administrativa: los cientos de miles de funcionarios del estado que, al tener centralizado en la capital todos los organismos, viven, cobran y gastan en Madrid, una renta que en realidad de nuevo se genera en todo el estado.
  • Y finalmente un efecto que nunca se comenta y que es obvio: si al déficit fiscal de Madrid le sumáramos el superávit de las dos Castillas, los números serían muy diferentes.

6.    "Si la Generalitat no malgastara el dinero con sus embajadas, TV3 y otros dispendios inútiles para apoyar la independencia, no tendría problemas de presupuesto"

La mayoría de españoles creen que sólo Catalunya tiene “embajadas” cuando en realidad todas las CC.AA. tienen oficinas en el exterior.

En realidad estas mal llamadas “embajadas” son delegaciones comerciales cuyo principal objetivo es promover las exportaciones y relaciones empresariales entre ambos territorios. Por eso una buena forma de analizar su correcto funcionamiento es viendo un ratio muy sencillo: nivel de exportaciones por cada delegación comercial en el exterior.

En concreto Catalunya tiene una delegación por cada 1.018 millones de € que exporta, igual que la media de todas las CC.AA. (1.002 mios € x delegación) según datos delegaciones informe PSOE 2010 y datos exportaciones estadísticas CC.AA.. Hasta 8 comunidades autónomas tienen un ratio peor que el de Catalunya. Es decir, en relación a su nivel de exportaciones tienen más delegaciones de las que les "tocaría". Por tanto, las CC.AA. a las que se les podría reprochar malgastar el dinero sería a esas ocho y nunca a Catalunya.

Otra prueba de que estas "embajadas" deberían ser una buena inversión, no sólo para Catalunya sino para cualquier comunidad autónoma es que, exceptuando Murcia y Asturias que con un número elevado de ellas sus exportaciones siguen siendo bajas, las seis CC.AA. que exportan más tienen entre el doble y el triple de delegaciones comerciales que las que exportan menos.

Por tanto, la pregunta pertinente sería ¿por qué no invertimos en tener más delegaciones y en hacer que funcionen todavía mejor?

En relación al coste de TV3, la única fuente que aporta datos comparativos de las diferentes televisiones públicas autonómicas es el informe que cada año Deloitte realiza para UTECA (asociación de televisiones privadas de España). En la presentación del informe del 2009, el último disponible, el coste neto por hogar en Catalunya es inferior al del País Vasco, Andalucía, Valencia, Baleares y Aragón y muy cercano a la media española. En realidad, entre todas las televisiones que emiten en lenguas diferentes al castellano tan sólo la de Galicia resulta más barata que TV3. Y eso en términos de por hogar, si el cálculo se realizase sobre PIB la situación en el ranking todavía sería más favorable para Catalunya.

Además, buena parte del sentido de disponer de una TV autonómica es para defender y promover el uso de una lengua propia, de tal forma que quizás la pregunta más correcta sería:

¿Qué sentido tiene que comunidades cuyas televisiones autonómicas emiten en castellano como Andalucía (121 €/hogar) o Aragón (145 €/hogar) gasten más que Catalunya (114 €/hogar) en su TV autonómica?


¿O por qué comunidades como Murcia (110 €/hogar), Castilla la Mancha (104 €/hogar) o Canarias (96 €/hogar), que no tienen ninguna necesidad de promover su lengua propia en cuanto no tienen, su cadena autonómica tiene un gasto muy similar al de TV3?