sábado, noviembre 8

Corona de Aragón

En 1134 Alfonso I Rey de Aragón murió sin descendencia y los nobles solicitaron a su hermano Ramiro, hasta entonces monje, que tomara la corona. A pesar de no tener ningún interés en gobernar, aceptó, se casó, tuvo una hija y al año siguiente la cedió en matrimonio a Ramón Berenguer IV, Conde de Barcelona y descendiente directo de Borell II. Una vez solucionado el problema sucesorio de Aragón, Ramiro se retiró para continuar con su vida monacal.

Ramón Berenguer IV pasaba, por tanto, a gobernar Catalunya y Aragón. Sin embargo, en las capitulaciones matrimoniales de su hija, Ramiro exigió que ambos reinos nunca podrían unirse y así fue. Los territorios del Conde de Barcelona por un lado y el reino de Aragón por otro nunca se fusionaron, simplemente compartieron monarca. Buena prueba de ello es que cada uno mantuvo sus propias cortes y leyes durante 600 años hasta que fueron suspendidas por Felipe V en 1713 y 1714.

En todo caso, si de los dos territorios alguno tuvo mayor influencia en el reinado de la corona, sin duda fue Catalunya por su mayor poder económico debido al control del Mediterráneo, mayor población y porque la corte estuvo siempre enclavada en Barcelona.


Ningún historiador acepta el mito de que “Catalunya pasó a formar parte de Aragón”. Lo que sí es cierto es que a la suma de ambos se le llamó la Corona de Aragón. ¿Por qué? Por algo tan simple como que el título de Rey era mucho más llamativo que el de Conde de Barcelona o Príncipe de Catalunya (por cierto, cuestión que dice mucho del tipo de monarquía que reinó en Catalunya, tan supeditada a las cortes que nunca “pasó” de ser conde o príncipe).


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